El abuelo
grita ayayay, ayayay.
No habla,
no ve, no camina.
Ya no habrá
noches de luna llena,
La morena Sabina,
la abuela de la chacra,
Le pasa
ortiga verde del huerto.
Pica y
quema al tacto tierno.
Se enciende
la leña seca del monte.
El fuego la
devora hambriento,
Y hierve la
sopa de vegetales amarillos.
La noche
negra se oye más que el río,
Y oculta ovejas degolladas.
Si vivieron
salvajemente
Los tiempos
de la siembra,
Podrán
mirar sin vergüenza
A la muerte
cara a cara.
Para ver
televisión cruzamos caminos
De piedra,
con linternas en los ojos.
Y al
regresar no se oyen más gritos.
El viejo
está muerto.