La carta que me enviaste
cuando eras feliz recién la entiendo.
Ahora que no tengo infecciones
y la presencia de una espada.
Ahora que eres otra llama y la misma selva.
Resiste el abandono del ruido cálido
y desata el cielo y no mueras.
Utiliza tus zapatos finos
y enloquécenos con tu música.
Que se extrañe en tu pueblo
el respiro de tus árboles
y la herida sensible se convertirá en roca.