martes, 25 de diciembre de 2012

Hay que acostumbrarse





Bocanadas de aire,
gritos internos estremecen
los caminos transitados.
Buitres devoran al aherrojado hombre.
Infinitos dolores se hacen costumbre,
iniciado el día espera la suerte.
Alaridos por el golpe a la piel del alma,
son intensos,
que del llamado divino se presentan.
Ángeles desde el cielo han acordado,
no descender a la tierra,
sin poder allí,
serán como el putrefacto hombre.
La marcha en el sendero de la vida
se acelera de cotidianidades,
tornándose gélida la noche
los inertes cuerpos salen
a concitar dinero ,
para su infortunado recién nacido,
que espera sin haber vivido,
ya la muerte.
Mientras en lo alto cierran los ojos,

como si nada sucediera.

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