sábado, 27 de octubre de 2018

Lulo

―¿Qué es esto?―dijo uno de los hombres uniformados―, así que llevas drogas, ¿sabes que te puedo detener? ¿Qué vas a estar encerrado toda la noche mínimo? ―su risita burlona. ―Eso no es mío ―gritó mi padre. Ulloa se acercó y lo pateó, abrió el sobre transparente donde estaba la cocaína y la aspiró dos veces. ―¿Dices que no es tuya?, si es de la buena. ―Luego se la dejó en el suelo.

―¡Jefe, no me haga esto, por favor! ―gritó el padre de Lulo.

Y los hombres se fueron con el dinero y su carro. Tomó el licor que tenía y se fue a mi casa. Llegó, al entrar buscó a mi madre, luego discutieron y la golpeó reclamándole. Yo de niño miraba sorprendido, se repetían los golpes una y otra vez. Siempre me dejan en la calle por las noches. Mi madre no sabe lo que hace y me pide la defienda.

Ahora es más mujer que madre. Ella piensa abandonar a su familia para juntar dinero. Y así lo hizo.

Las luces se encendían en Bocanegra-Callao, las casas de diferentes colores, la basura amontonada en las esquinas. Se escuchaban llantos en la casa de techo de calaminas y paredes de adobe. Afuera había algunos arreglos florales y un árbol de pacay con los frutos en el suelo. El ataúd está cerca de la cocina. La madre y la novia del difunto, ya cansada de llorar, miran el cuerpo. Algunos amigos toman ron para el frío y unas galletas. ―Era muy joven ―decía una mujer. Un hombre delgado tosió repetidas veces.

La muerte estará presente mientras sigan trabajando en construcción civil. Pero ellos seguirán porque es el medio más rápido y fácil para obtener dinero para su familia. No hay de otra, no los vemos crecer y ahora aparecen muertos.

Nosotros, los niños, éramos una familia, alejados de casa, de las personas malas que

fingían ser honestas y que nos herían también con sus palabras. Todos querían ser como el Cholo Jacinto que había estado en la cárcel y ahora era seguridad del presidente de la región del Callao.

―¿Trajiste comida del mercado? ―preguntó Maleado con su voz chillona. Tenía el rostro pintado como un payaso.

―Sí, ya lo traje ―afirmé orgulloso e inquieto.

Eran unas papas huayro y unas patitas de pollo que me había regalado la anciana Margarita.

―Toma, niño, vienes mañana en la tarde cuando no haya clientes para darte algo.

Cocinábamos en leña sobre una lata de aceite, la utilizábamos también de cajón para tocar y

cantar en los carros, en las noches para bailar, para que se nos pasen el frío y la tristeza.

Estaba junto con nosotros María que se había escapado de su casa, su padre abusaba de ella y

su madre no decía nada. Tenía un resentimiento contra todos.

Todos son unos imbéciles, le decía.

―¡Cómo te atreves dirigirte a un superior con ese tono de voz! ―dijo uno de los hombres.

Vinieron más golpes en el interrogatorio, les gustaba golpear, decían los vecinos que tenían denuncias de sus mujeres y amantes, pero nunca procedían y ellos seguían agrediendo a más mujeres sin experiencia en el amor y en la vida.

―¡Habla! ―gritó otro hombre. Quería seguir escuchando lo que sabía sobre la desaparición de María.

―¿Qué sucedió el sábado 26 por la noche? ¡Continúe, hábleme sobre ella! ―gritó Ulloa.

―María te hacia perder el miedo, lo puedes cambiar todo, vale la pena ser bandido por

ella―le gritaba.

―Descríbame el hecho, no huevadas ―enfatizó Ulloa.

Era la medianoche, el momento de salir. El bullicio del aniversario del mercado se escuchaba en otros barrios. Los vendedores y sus familias llegaban con sus mejores prendas.

Las cajas de cerveza no dejaban de venderse, las parejas bailaban al son de la música. Maleado estaba ayudando en la seguridad del local, permitía entrar a hombres del barrio que estaban armados, con cortes, desfigurados, todo por un poco de dinero.

(Sé que él no lo hizo, aunque tenía necesidad, su moral no se lo permitía, él nos acompañó cuando la fiesta había comenzado).

(María coqueteaba con su cuerpo, le habían crecido los senos y su mirada atraía a desconocidos. Algunos se acercaban. Esa noche bailamos, nos mareamos. Solo quería divertirse).

―Eran las cinco y media de la mañana. Ella quiso ir a un hotel, nosotros, claro,

aceptamos rápido, subimos a un auto que llegó de la nada, luego nos quedamos dormidos, no recuerdo nada ―le gritaba a Ulloa.

―¿Dice que despertaron y se encontraron en un hotel de mala muerte? ―preguntó Ulloa.

Ulloa ese mes sería ascendido y no podía tener ninguna denuncia.

―Parece que estábamos pepeados, Maleado se encontraba dormido y María no estaba ―dije sorprendido.

Guardaron silencio unos segundos. Tan solo hablaban las miradas.

―¿Solo eso recuerdan? ―preguntó exaltado el oficial Ulloa.

―Sí, eso es todo ―dije.

―Bueno ―dijo Ulloa― ¡sáquenlos! ―ordenó a sus hombres.

―Déjenlo libre―agregó. ―No los quiero ver, sino los encerraré y ahí mis hombres y yo los

golpearemos.

Cuando salimos del interrogatorio encontré a María tirada en la esquina del barrio donde nos reuníamos.

No hablaba mucho, solo recordaba que había bebido una cerveza que el oficial Ulloa nos invitó.

María sabía que el oficial Ulloa la había violado. Ahora sabíamos que solos no éramos nada. Y que ingresando a los Latinos seríamos alguien y nos defenderíamos de Ulloa. Todos quieren verlo muerto, lo odian por abusivo, solo falta alguien con huevos que lo mate y nadie diría nada de su muerte.

Siempre cuando empezaba las mañanas


Siempre  cuando empezaba  las  mañanas, esperaba  que  Fiorella le sirviera el desayuno y siguiera  su rutina .Se acostaban a dormir   doce y media de la noche, después   de llegar del trabajo , los mismos platos  de comida todas las  semanas, el mismo perfume aroma Jazmín,la visita los domingos  a su madre .Desde que la conocieron  discutían siempre de los mismos problemas  sobre su relación .Al día siguiente a las seis y veinticinco de la mañana , estaba   tomando una  ducha su esposo. Salio del baño se  seco la cabeza ,el cuerpo  con la tolla , y se cambió . Después  se  fue a la  a la sala a tomar  el desayuno de todos  los días.
Se ubicó en el lugar de la mesa  que   le correspondía y espero , se sentía inquieto ,se paraba ,sentaba una y otra vez.
-Mi amor  ya está mi  desayuno –exclamo el esposo- .
- No -dijo Fiorella-moviéndose  de un lado a  otro en la  cocina cogiendo la sartén  , lavando las ollas y platos que había dejado ayer por la  noche.
- ¡Aquí está tu desayuno¡-grito -lanzando la cesta de panes  y luego el café ,   había manchado el mantel blanco que le  había  obsequiado su madre , dijo que le daría buena  suerte. Lo miro a los ojos  . No  entendía lo que  ocurría .Sus  hijas seguían durmiendo.
- ¿Te sucede algo amor?, se le  acercó tratando de calmarla,
- ¡Suéltame no me toques ¡ -dijo Fiorella- Empujándolo.
 .La ventana de  vidrio blanco  de la sala traslucía  la luz  del sol que llegaba hasta la mesa , .Al acercarse a  la  luz mostró su rostro pálido , tenia  ojeras , sus  cabellos hirsutos y su rimer se había corrido.

-Te dije  que no llegaras  tarde ,ahora con una  voz suave y lenta,
-Anoche te espere  como una tonta, te llega lo que te digo. No me haces caso.
-Se terminó, estoy cansado de ti - dijo Fiorella.
Se dirigió  al cuarto, aparto las cortinas , recogió sus  cosas que estaban listas.
¡ Me marcho!.se dirigió a la puerta y se fue  sin rumbo. Su marido Dejó caer el pan francés que  tenía entre las manos.
Ya en la noche ella iría en  en busca de compañía , su esposo llega tarde  . Solo a  dormir ni se percataba de su salida  ya no era  como cuando se  casaron y disfrutaba de su compañía conversando sobre ellos y los proyectos que tenían  juntos,.
Fiorella  sale todas las noches  . Con el lenguaje no verbal aprendido de memoria , la combinación del vestido que hagan juego con sus zapatos ,  junto  con la cartera  Gucci. Saldría a verse con Lían   para desetresarse de su esposo.
 Estar casada en lima te somete al que dirán  ,tienes  que ocultarse y estar fuera de los lugares conocidos que frecuenta su esposo -dice Lían- el tipo que le paga por tener sexo.  se comunican por  teléfono.
, se encuentrán en el bar Don lucho.Ya en el lugar.
He conocido Cusco y  el ambiente de  noche de  la plaza de armas  es singular dice  Lían-
  Fiorella mira  a su alrededor  ve personas ebrias brindando ,otro se ha caído de tanto alcohol que ha tomado.  Comienzan los tipos a pelearse pero su mente esta en su casa. Sabe que en unas hora tendrá que despedirse y salir del bar y tener sexo para luego estar con su esposo   y prepararle el desayuno para que vaya a trabajar.

Suerte




Si hoy terminara todo
quisiera que recuerdes
y nazcas siempre,
en otros brazos,
en otras gentes,
y yo escondiéndome en tus versos,
para poder verte,
árbol frondoso,
dame unos frutos,
donde aves desean anidarse,
a cubrirse de sombra cálida y raíces fuertes,
miedo es sentir que se nos va la suerte,
huyes pisando lo que germina,
¡deja, tierra árida!
¡deja, que te siembren!
y las semillas en tu pecho
aflorarán al verme,
y los vientos gritarán a los oídos,
que serán sus labios húmedos
los que cosecharán la suerte.



                                            


domingo, 21 de octubre de 2018

Las cosas que amo



Me he mentido ya demasiado,
para que ocultar lo que nos hiere,
si así no se puede vivir,
las cosas que amo irán conmigo,
donde yo vaya,
no habrá más días esperando,
Serán por fin libres,
Quizá me esperen limpias
Las cosas que ensucie en mi paso.
Sí estoy seguro,
nadie habla,
es la hora.

El antro

¡Cierra la puerta¡ - grita un hombre fumando. Es provinciano, lo noto rápidamente por su rostro seco y su mirada triste. El olor a pasta huele hasta el pasadizo donde vamos a caminar,luego guarda silencio. Se escuchan los ruidos teniendo sexo .se enciende la música.
La siguiente puerta está cerrada ,pero se escuchan gritos de una pareja .Se están peleando y el hombre la golpea se escucha un ruido en la pared. La mujer llora. ¡Porque eres así ,déjame¡ grita la mujer . Nadie se mete. Siguen por las escaleras .
En la fiesta que estan los Latinos se reúnen, todos están armados. Algunos policías se detienen y preguntan porque tantos pandilleros. El ambiente esta movido. Se acercan con la “Chímo” ,una comercializadora de pasta,reciben su dinero y se van.No preguntan más y no hay más intervenciones durante la noche.La que dirige todo el negocio es “La Chimo” es una machona . Ella se ganó el respeto vendiendo pasta se hizo hombre en la calle.
Tienes que presentarte en el escenario le dijo una mujer a María.Y sube al escenario las luces le fastidian la vista.
¡Ella es maria! grita el presentador y continua la canción .Ella trabajara bailando, y lo hace en el tubo donde los hombres la miran y la tocan.“ Kakaroto “ está con ella un cabro .Ella es mujer de los policías que vienen, a joder, a cobrar y si chocan con su cabro chocan con él .Está caminando por el escenario María ,llega al tubo donde van a bailar, donde los hombres no le quitan la mirada,baila,se entrega al público ,a su manos y semen de hombres masturbándose.
“Lulo” entra ,cada vez que lo veíamos se despedía de nosotros sus amigos y la vida donde creció.
Lulo ve que tocan que tocan a Maria y comienza el desastre ,golpean con la botella a “kakaroto” dentro del antro. Las mujeres y cabros gritan.
”Maleado” sale de donde estaba oculto y dispara dos veces al aire.
¡Qué pasa conchatumare¡
El ambiente se detuvo y la noche se hizo intensa.
Y se quedaron ” Chimo” y sus hombres en la fiesta hasta el amanecer ,donde se va la vida y comienza a mitad de la noche para continuar viviendo el más fuerte . Los que están en el ambiente bailando miran nada más y tratan de evitarlos .
¿Porque a mi amixis?(1) –llora “kakaroto”- Sus amigas la consuelan con la cabeza rota.
¡Y tu marido donde esta!- grita la “Estrella”- ¡deja de mantenerlo ,él solo te utiliza.
¡No!, él me quiere así - dice Kakaroto y llora.
¡Anda no seas tonta, a ver dime porque no hace algo¡, ¡si ni siquiera te mira! - grita la “Katsumi”.
(1) Amiga

Otro error

Hoy vi de nuevo por última vez sus fotos
que  tanto me gustaban,
y ver la inocencia que calaba  su ser,
y las ganas de vivir entregándose toda,
 nose que sucederá con nosotros,
pero si sé que te equivocaras 
porque aquello que tanto odias,
nos hace humanos .

Perdido

Estar perdido en la vida
Es morirse de a pocos,
En la tristeza,
Y la locura es tu amiga
Que se acerca sin pedir nada
Y tú te preguntas que has hecho
Para recibir su ayuda.

El casino

Pero, ¿quién nos había traicionado?

De fondo sonaba una canción del grupo Guinda. Tomaré para olvidar… porque sé que tú jamás volverás… Devuélveme el amor, devuélveme los besos… besos que me robaste con tus mentiras, con tus mentiras...

Me encontraba en una cantina, pensando. Algunos hombres llegaban cansados de salir de la fábrica, otros por penas del alma. Era la mejor manera de seguir felices en la vida.

Acá está, Lulo, tome, son 8 soles, dijo el hombre que atendía y me entregó una cerveza y un vaso. 

Fue María, estoy seguro. Mi único error fue siempre confiar, y mi debilidad me hizo ciego a su estrategia contra mi banda. Mi gente pasó toda la madrugada despierta antes del atraco. Habíamos planeando robar el casino, lo que nos dejaría dinero para vivir tranquilos por un tiempo.

Reuní a las personas indicadas para este trabajo.

Las calles, los robos, las pintas de Los Latinos, las mujeres, la droga – me inspiraban a cometer otra vez un delito. Necesitaba secuaces que fuesen fríos y no cabros, porque no habría marcha atrás cuando se tuviera que disparar.

Maleado acababa de salir de la cárcel, acusado de comercializar droga. Estuvo unos meses. Dentro de las mazmorras había aprendido de sus compañeros presidiarios diversas artimañas para extorsionar a empresarios. También conoció a los líderes de otras bandas, para no chocar con ellos y calculando contactarlos en libertad. Tenía en mente planes de robos organizados con la gente del Callao. Maleado era impulsivo desde niño, actuaba a reacción. Cuando le daban una orden la acataba sin pensar, para no tener ningún remordimiento fumaba pasta básica y así entraba a robar, decidido a todo.

Junto a él estaba Perro, amigo de Maleado. Él estaba enfermo pero vivía así, haciendo daño. Siempre se encontraba callado, tan solo observaba. Le gustaba violar gais de la avenida Arequipa, era su pasatiempo.

También había pensado en María. Sabía que tenía ganas de salir de la pobreza en la que había crecido. Sería ella quien verificaría el casino. En la descripción que dio había dos agentes de seguridad en la puerta, cantidad de personal, cambios de turno. Fue precisa. Dijo también la ubicación exacta de las cámaras de seguridad y dónde se encontraba el dinero.

Al culminar el robo nos ocultaríamos y no saldríamos de nuestras casas.

De inmediato se pensó en el plan A. Entraríamos todos enmascarados con rostros de presidentes, cada uno con una pistola. En el momento del cambio de personal, reduciríamos a los de seguridad y los enmarrocaríamos. Se amenazaría a todos para que cooperen y se les golpearía para que accedan. Si algo fallaba por algún motivo, se pasaría al plan B.

Había mucha gente afuera, como nunca. La seguridad hacía su turno de vigilancia. Antes de entrar me persigné, miré al cielo. Siguieron mi orden. Cada uno sacó su pistola. Maleado tenía la máscara de Fujimori, Perro, la de Alan García, y yo, la de Toledo.

Las personas jugaban adentro, unos ganaban, otros perdían, como en la vida. Apuntamos a los de seguridad y ordené que los llevaran dentro del baño.

¡Agáchense, conchasumare!, ¡que nadie voltee, que nadie voltee!, gritó Maleado apuntando hacia las cabezas de los clientes. La gente obedecía nerviosa, se ubicaban donde les ordenaba.

Alguien nos había traicionado, sonó la alarma. Era el momento de pasar al plan B. Di la orden. Perro comenzó a disparar y llegó donde se encontraba el dinero. Maleado golpeó a un hombre que se pasaba de listo intentando hacer una llamada. Su esposa, nerviosa, le arañó el rostro. La mujer tenía a su hijo en brazos. Perro sacó un cuchillo y se lo clavó varias veces en la cabeza. Maleado recogió al bebé y se lo dio a la madre.

Salimos y nos dirigimos al station wagon con nuestras armas. Mientras dejábamos el lugar, las personas que estaban alrededor gritaban. ¡Se han robado el dinero!¡se llevaron todo!, se escuchaba a una mujer. ¡Se lo llevaron Fujimori, Alan y Toledo!

Perro apuntaba con su arma, la recargó. Sacaba las balas de su casaca.

Bocanegra se encontraba en silencio. Las luces de los postes de la calle estaban apagadas, no se distinguía bien. Esperaron que descendiéramos del auto y lo estacionemos. Salieron a nuestro encuentro.

La patrulla de policía estaba estacionada en la esquina donde nos reuníamos desde pequeños.

De repente se escuchó el parlante del carro del oficial Ulloa. ¡Están rodeados! ¡Corre, corre!, gritó Perro. No había salida. Intentamos correr. ¡Quietos ahí!, gritó una voz. Segundos después nos rodearon sus hombres. ¡Quédense quietos, carajo!, gritó un policía apuntándonos. Perro salió del carro y comenzó a disparar. Los policías se separaron para cogernos.

¡Carajo, saca el plomo!, le gritaba Perro a Maleado. Los efectos de la pasta básica habían desaparecido. Intentó una, dos, tres veces.

Hacía frío esa noche, la neblina había cubierto las calles.

¡Dispérsense!, gritaba uno de los hombres en la oscuridad. Habían disparado a Maleado en la pierna y se estaba desangrando. Yo había matado a un policía. Las balas pasaban junto a las cabezas. No paraban de correr.

Perro gritaba desesperado. Su cuerpo estaba en el suelo con disparos en el pecho. Los perros de la calle comenzaron a ladrar y aullar.

Hubo un silencio sepulcral. Todo se fue a la mierda, pero no el plan C, que era matar a Ulloa.

Encontré a María en el cuarto donde nos escondíamos, desnuda, como si no hubiera pasado nada ese día. ¿Pero qué le podía decir, si ella me hacía sentir lleno en esta vida vacía, y las fotos de sus difuntos parecían salir del altar y pasear en la noche por el cuarto para protegernos?